jueves, 27 de abril de 2017

Animales en peligro de extinción

OSO
Oso polar
Por primera vez el hábitat del oso polar en Estados Unidos ha sido calificado de crítico. La franja en cuestión, una superficie de 484.734 kilómetros cuadrados, se encuentra en su mayor parte en el mar, frente a la costa de Alaska, donde unos 3.500 Ursus maritimus viven sobre el hielo marino, y donde se cree podría haber importantes yacimientos petrolíferos. La declaración oficial de hábitat crítico, hecha realidad el otoño pasado por el Departamento de Interior, implica que las autoridades federales revisarán los futuros planes de perforación (las estructuras existentes quedan exentas). También quedan protegidas las islas de barrera y el litoral, donde cada vez más osas construyen sus cubiles a medida que el hielo marino se funde.




loros
Guacamayo
El Gobierno y las empresas de Alaska, que tienen sus esperanzas puestas en los ingresos del gas y el petróleo, consideran que las estrictas regulaciones y la gran extensión de la zona protegida supondrá cuantiosas pérdidas. Los ecologistas aplauden la medida, aunque temen que no se cumpla. Sostienen que habría que declarar a estos animales en peligro de extinción, y no sólo amenazados. De este modo la protección del oso polar sería mayor y resultaría más fácil buscar soluciones para la principal amenaza que se cierne sobre su territorio: la emisión de gases de invernadero.

Tan solo quedan entre 500 y 800 ejemplares de paraba de frente roja (Ara rubrogenys), un ave psitácida endémica de Bolivia que vive en los bosques secos de los valles interandinos, situados a una altitud de entre 1.500 y 3.000 metros. Un programa de conservación desarrollado por la universidad boliviana de San Francisco Xavier de Chuquisaca y que ha contado con la colaboración del Parque Zoológico de Barcelona y la Estación Biológica de Doñana, del CSIC, ha actualizado los datos de este guacamayo catalogado como amenazado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Entre los factores que afectan negativamente a la paraba destacan «el tráfico ilegal, la pérdida de hábitat o las molestias ocasionadas por el ser humano en sus áreas de cría y alimentación», explica el biólogo Andrés Requejo de las Heras, coordinador de la iniciativa. Los resultados del estudio, llevado a cabo mediante la cooperación de las comunidades que habitan en el área de distribución de la especie, permitirán plantear medidas que sirvan para proteger a la paraba de la extinción.

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